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domingo, 2 de septiembre de 2012

ASUMIENDO LA RESPONSABILIDAD


A inicios de agosto de este año, la Sociedad Nacional de Industrias hizo público un informe sobre la gran dificultad que tienen las empresas para contratar técnicos. Se dice que el problema adquiere una magnitud de 50.8% para las grandes empresas, 45.5% para aquellas que tienen entre 50 y 99 trabajadores y para las que tiene entre 11 y 49 la cifra es de 34.7%.

Los que viven inmersos en esta situación, saben que ésta no se limita a los técnicos del área productiva. Los responsables de ventas y de servicio al cliente - los que más personas reclutan - pasan por la misma problemática. Conseguir un trabajador con potencial a desarrollar – no decimos calificado - es todo un logro.

Comenzamos a observar este fenómeno a mediados del primer lustro de los ´90, cuando luego del reclutamiento
masivo que se realizó con ocasión de la puesta en marcha del Sistema Privado de Pensiones (AFPs), el mercado laboral, en este caso de vendedores, mostró los primeros síntomas de agotamiento.

Hoy, luego de más de veinte años, esta situación ha cobrado una magnitud alarmante, más aún cuando el desarrollo de la economía del país es mucho más alentador que la de aquellos pasados años.

Es evidente, y lo dice el informe, que buena parte de esta situación es debida a los resultados de una educación que no otorga las competencias necesarias para poder insertar con éxito a los nuevos trabajadores. La factura de una educación mediocre está presentada: de los 142 países que conforman el Foro Económico Mundial, el Perú ocupa el lugar 128 en calidad de educación.


Esta es la realidad, sin embargo, no nos detengamos en las lamentaciones y explicaciones del cómo y porque. Esperar que el sistema educativo peruano cambie, es postergar las soluciones que hoy se necesitan para dentro de 20 años en el mejor de los casos.


¿Qué se debe de hacer? es la pregunta que debemos de absolver. Aunque en estricto, deberíamos decir ¿qué se está haciendo ya?


Las empresas, no todas aún, están asumiendo este pesado costo social con la formación de  áreas de capacitación que no tenían o, en el mejor de los casos, con la creación de Universidades Corporativas que permiten, de manera integral, estrechar la brecha existente, alineando el aprendizaje a los objetivos estratégicos.


De la misma forma como en el siglo XIX, con la formulación de los primeros planes de educación masiva que dieron lugar a la educación obligatoria y universal, así como también,  como el mecenazgo de las grandes corporaciones que dieron un impulso vital a la educación a inicios del siglo XX. Hoy, imitando el modelo norteamericano de las universidades corporativas de los años ´60, las empresas vienen asumiendo la responsabilidad de pagar la factura de la educación mediocre que nuestros hijos - sus futuros trabajadores - han venido recibiendo. Las que aún no han hecho nada, más temprano que tarde lo tendrán que hacer. La otra alternativa será esperar veinte años con los brazos cruzados.

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